Chatbots en educación superior (Parte II)

19 marzo, 2019

Esta es la segunda parte de dos entradas sobre la implantación de chatbots en educación superior. Podéis consultar la primera en este enlace.

El valor añadido de los chatbots

Ahora ya es posible tener aparatos en casa a los que dar órdenes de voz para que desempeñen tareas. Amazon cuenta con Alexa, Google cuenta con Google Home. Es posible decir al asistente «Ok, Google, enciende la luz del comedor», y lo enciende.

Esto hace mucha gracia el primer día, pero el segundo día llegas a casa cansado y no tienes ganas de hablar y es mucho más cómodo pulsar el interruptor. Las personas nos movemos por la ley del mínimo esfuerzo, y hay cosas que cuestan menos que hablar.

Ahora bien, si pudiéramos decir al chatbot «Ok, Google, me voy a la cama a leer un rato y luego a dormir», y este aparato apaga todas las luces de la casa y enciende la de la mesilla de noche, apaga la calefacción y pone el móvil en silencio, y programa el despertador para el día siguiente a una hora que me permita llegar cómodamente a la reunión que tengo a primera hora de la mañana, entonces quizá sí lo usaremos.

Un aparato de este tipo es en realidad un asistente personal, que usa un chatbot como canal de comunicación, pero también puede usar otros, una app o una página web, por ejemplo.

Un chatbot puede ser un canal de comunicación más con la universidad. En cambio, un asistente personal puede revolucionar la universidad. Imaginemos un chatbot al que pudiéramos hacer las siguientes preguntas:

  • ¿De qué me tendría que matricular el próximo año?
  • ¿Con qué compañeros me iría bien elaborar el próximo trabajo de grupo?
  • Al ritmo de estudio actual, ¿podré aprobar todas las asignaturaso es mejor que deje alguna?
  • ¿Qué materiales necesito consultar para superar la próxima actividad?

Los límites de los chatbots

¿Las preguntas que hemos formulado anteriormente, podría responderlas un chatbot? Sí podría, siempre que tenga acceso a dicha información. Le debemos preparar previamente la información para que pueda darla al estudiante.

Siguiendo el ejemplo del asistente de Google, este solo podrá llevar a cabo lo que le pedimos si tenemos todos las luces de casa con WiFi, así como el resto de aparatos que queremos controlar con el asistente. Es frustrante contar con el Google Home en casa y darte cuenta de que lo único que puedes pedirle es que te ponga canciones de Spotify, y aún de una forma menos ágil que por la interfaz web.

A las universidades, les pasará algo parecido. De entrada tendrán un chatbot que dará acceso a una serie de servicios muy limitados. Para mejorar sus capacidades, los próximos años deberán trabajar para conseguir lo que no han conseguido hasta ahora: recoger datos, conectarlos y hacerlos accesibles. Y la pregunta que surge inevitablemente es la siguiente: si no lo han hecho hasta ahora, ¿qué tiene que cambiar para que se sientan impulsadas a hacerlo? Esto tratamos de responderlo en el siguiente punto.

¿Por qué las universidades en línea se interesan por los chatbots?

En este punto tratamos de responder a la pregunta que hemos planteado anteriormente: ¿cuál es la fuerza que impulsará que las universidades hagan lo que no han hecho hasta ahora? Porque la simple aparición de los chatbots no parece una motivación suficiente.

Personalización

En el mundo de hoy en día, muchas tareas se van automatizando. Los robots ocupan muchos puestos de trabajo y es previsible que en el futuro todavía ocupen más. En este contexto, la universidad como «fábrica de trabajadores» deja de tener sentido. Hay que dejar de generar trabajadores estándar y empezar a crear personas que puedan hacer «lo que no pueden hacer los robots». En definitiva, necesitamos trabajadores más humanos.

Las personas no pueden fabricarse en serie, no puede utilizarse un molde para que salgan todas iguales. Al contrario, hay que partir de su diferencia y usar la educación para potenciarla, para sacarle provecho. De ahí viene la necesidad de la personalización. Pero la personalización no es sostenible con los medios actuales. No parece posible volver a los tutores con un solo estudiante, ni siquiera al maestro con un grupo reducido de estudiantes.

Aquí la IA, con el chatbot como vehículo, parece que puede ofrecer una solución que a priori parece contradictoria: dar una formación personalizada en serie.

Engagement

Uno de los problemas con los que se encuentran las universidades en línea es el abandono: estudiantes que dejan los estudios antes de terminarlos. Esto es aún más exagerado en el caso de los MOOC, en los que solo un pequeñísimo porcentaje de la gente que se apunta llega a hacer todo el curso.

En este contexto, los asistentes virtuales se ven como una posible solución. Se trataría de diseñar un asistente que ayude al estudiante a superar los momentos más difíciles de sus estudios, ya sea ayudándolo a resolver dudas de cualquier tipo, ya sea animándole cuando lo necesite, haciéndole ver si su rendimiento se ajusta a lo que necesita para aprobar y persiguiéndolo cuando no sigue el ritmo.

Conclusiones de las partes I y II de esta entrada

En las dos partes de esta entrada hemos empezado hablando de chatbots, hemos seguido hablando de inteligencia artificial y hemos terminado hablando de asistentes personales. Esto es porque los chatbots son, de hecho, irrelevantes, y la IA, una entelequia. El asistente personal, en cambio, puede desarrollar un nuevo rol que puede cambiar la educación.

En la UOC tenemos como referencia un vídeo en el que Isaac Asimov explicaba que los ordenadores, en el futuro, permitirían ofrecer una enseñanza adaptada a las necesidades concretas de cada persona.

El futuro va hacia aquí. Los asistentes personales serán cada vez más potentes, y tendrán acceso a más datos. Cuando las bases de datos puedan conectarse entre ellas, estos asistentes podrán prever nuestras acciones mejor que nosotros mismos. Podrán «aconsejarnos», hacernos de tutores, de entrenadores, de compañeros de estudios. No digo de profesores, porque la experiencia profesional y la capacidad de análisis continuará siendo un rasgo diferencial de las personas respecto a las máquinas.

La pregunta que nos formulamos es la siguiente: ¿quién está mejor posicionado para llegar a este futuro? ¿Las universidades o las grandes empresas tecnológicas?

Dicho de otro modo: ¿quién hará el primer asistente docente realmente funcional? ¿Google o Harvard? ¿O quizás una alianza entre los dos? ¿O aún un tercer actor que no conocemos?

Para las universidades que deseamos dar respuesta a estas preguntas, algunos de los pasos que podemos dar para responderlas son los siguientes:

  1. Establecer alianzas con una empresa tecnológica.
  2. Reclutar perfiles de expertos en learning analytics y data scientists, y darles un papel relevante en la toma de decisiones.
  3. Adaptar nuestras tecnologías para la recogida sistemática y estructurada, y para el tratamiento de datos siguiendo las recomendaciones de nuestros expertos.
  4. Conocer bien las necesidades de nuestros estudiantes y buscar cómo podría resolverlas un asistente virtual.
  5. Empezar a trabajar en grupos piloto con estudiantes y profesores.
  6. Buscar vías de escalabilidad de los grupos piloto.

En la UOC vamos dando algunos de estos primeros pasos, y esperamos poder extraer conclusiones en los próximos semestres.


Imagen de Thomas Kolnowski vía Unsplash

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Autor / Autora
Roger Griset es gestor de proyectos de innovación en el eLearning Innovation Center de la UOC. Es licenciado en Biblioteconomía y documentación por la UB y máster en eLearning por la UOC. Durante su etapa profesional en la UOC ha trabajado en los grupos de audiovisuales y de recursos de aprendizaje, y en las áreas de biblioteca digital y tecnología educativa.
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